jueves, 26 de febrero de 2009



GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER






Prócer de la Independencia, estadista y militar, varias veces presidente de la República, nacido en la Villa del Rosario de Cúcuta, el 2 de abril de 1792, muerto en Bogotá, el 6 de mayo de 1840. Francisco José de Paula Santander y Omaña era hijo de Juan Agustín Santander Colmenares y de su tercera esposa, Manuela Antonia de Omaña y Rodríguez. Don Juan Agustín había sido gobernador de la Provincia de San Faustino de los Ríos y cultivador de cacao en sus posesiones rurales, producto éste que por entonces constituía el segundo renglón de exportación de la Nueva Granada, después del oro. La infancia de Francisco de Paula transcurrió cómoda en medio de las grandes propiedades de su padre, sembradas de café, cacao y caña, al cuidado de numerosos dependientes y esclavos. Perteneció pues a una clase social y económica de grandes prerrogativas y bastante influyente en los asuntos de su región. Auténtico criollo o españolamericano, en él confluyeron una rica mezcla de razas. Por las venas del general Santander corría aún con fuerza la herencia de dos razas, que empezara en la unión del conquistador español Diego de Colmenares con la hija del cacique de Suba, Ana Sáenz. Esta herencia indígena marcó su presencia no sólo en la complexión, color y rasgos físicos, sino también en su temperamento, en su apatía social, en su mutismo, y en la soledad que siempre lo caracterizó. Descendiente por línea directa paterna del capitán español Francisco Santander, a quien Flórez de Ocariz identifica como Martínez de Ribamontan Santander, su cuarto abuelo, llegado al Nuevo Reino de Granada alrededor de 1619 como gobernador de la Provincia de Santa Marta. Por línea directa materna su primer antepasado en América lo constituyó el capitán español Antonio de Omaña Rivadeneyra, también su cuarto abuelo, llegado a la ciudad de Ocaña en el siglo XVII, donde ocupó los puestos de alcalde ordinario y de juez de residencia. La educación de Francisco de Paula se inició en una pequeña escuela privada de la Villa del Rosario de Cúcuta; luego, en la biblioteca paterna, tuvo la oportunidad de ampliar los conocimientos adquiridos a través de las múltiples lecturas realizadas. A la edad de 13 años fue enviado a Santafé de Bogotá, a cursar estudios en el Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé, donde aprendió las bases de la teoría e ideas políticas, conociendo a fondo las doctrinas jurídicas y la legislación romana y española. Si la adolescencia de Santander discurrió por entre los claustros académicos y por las calles de la Santafé colonial, su juventud tuvo como escenario campos más aviesos y rudos, consagrado a un ideal político y a una lucha en circunstancias suigeneris que templaron su carácter de colegial hasta transformarlo en joven adusto y circunspecto. Los sucesos de 1810 lo sorprendieron en el preciso momento en que daba fin a sus estudios, pues el 11 de julio de ese mismo año había presentado su examen público sobre práctica forense. Sólo le restaba ejercer en calidad de pasante al lado de un jurisperito, para recibirse como abogado de la Real Audiencia. La revolución de independencia de las colonias españolas lo sorprendió de colegial, cambiándole en un instante su vida apacible y rutinaria. Siguiendo el ejemplo de sus eminentes profesores, Santander abrazó entusiasmado la nueva causa que se vislumbraba en el horizonte político y cambió su toga de colegial por la capa de guerrero. El 20 de julio de 1810 dijo adiós a los claustros de su colegio, ingresando el 26 de octubre de dicho año como voluntario al servicio militar activo con el grado de subteniente-abanderado del batallón de infantería de Guardias Nacionales, a la edad de 18 años. Desde aquel día lo encontramos inmerso en la maraña bélico-política de las conmocionadas colonias, tomando partido en la confrontación civil entre federalistas y centralistas de la Primera República, y combatiendo el dominio español a las órdenes de Manuel Castillo y Rada y Antonio Baraya Ricaurte.

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